De $10, $50, muchas de a $100 y otras de a $500. Toda moneda es útil, inclusive aquellas de $5 que parecen ser desperdiciadas intencionalmente por los peatones. Y es que desde que se nos metió en la cabeza que teníamos que conocer Buenos Aires juntos, es que con mi pareja hemos hecho todo lo posible para alcanzar esa meta. Es más, mientras gran parte de los chilenos abrazaba a sus seres queridos para año nuevo, nosotros trabajábamos en una fiesta masiva en donde, al igual que el trabajo, la paga sería altísima.
Mientras servíamos trago tras trago esa noche, pensábamos en las caminatas por la 9 de Julio, el Paseo Colón, el obelisco, conocer
Eso en el sueño. Pasaban los días y todas aquellas monedas que introducíamos a nuestra pequeña alcancía, que bautizamos como “gauchita”, nos hacían pensar que cada día estábamos más cerca de la meta y desde ese momento es que decidimos comenzar a hacer el sueño realidad y, como ya lo es para casi todo, Internet fue el perfecto compañero para despejar algunas dudas y develar otros sustos.
¿Dónde dormir? ¿Bus o avión? ¿Salir de Buenos Aires? ¿Nos alcanza? Fueron preguntas que rondaron por nuestras cabezas durante muchos días, pero que no sacaron nunca esa arraigada idea de nuestra cabeza: Llegaríamos si o si.
Comenzamos por el transporte. A Buenos Aires hay tres formas de llegar: Una es en auto. Son alrededor de veinte horas que hay que conducir. Podría ser, ¡pero! No tenemos auto. La segunda forma es a través de un bus. Taca hace el trayecto por $60.000 mientras que la empresa Cata hace las 22 horas que dura el viaje (sé que piensa en la broma de llevar un plumón) por $64.000(ida y vuelta). Ahí llegamos a la tercera opción: el avión. Pese a los prejuicios que teníamos acerca de lo caro que es un ticket aéreo, nos metimos a
Inconcluso…
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